Sus banderas: democratización de la tierra, respeto
por los pueblos originarios, jerarquización de la mujer y desarrollo
del mercado interno antes de vincularse con el extranjero, eran
enarboladas por las masas que lo acompañaron en el éxodo jujeño y que
sangraron con él en Tucumán y Salta.
En esos días finales de
1812, el puerto de Buenos Aires cobraba más caro todo aquello que era
consumido por las mayorías y regalaba la producción a los ingleses. El 8
de octubre de aquel año, el recién llegado José de San Martín sacaba a
sus granaderos del Retiro y producía un piquete histórico que
desbarrancó al primer triunvirato. Asumían Juan José Paso, Alvarez Jonte
y Rodríguez Peña, la titularidad del segundo triunvirato.
Fueron
los convocantes a la llamada Asamblea General Constituyente del Año
1813, con la idea de agrupar a los referentes de los “pueblos recién
emancipados y que se definiese el sistema institucional de las
Provincias Unidas. Aunque no logró contar con algunos representantes del
interior, esta Asamblea se inauguró el 31 de enero de 1813. El
propósito era proclamar la independencia y redactar la constitución del
nuevo estado”, coinciden los historiadores oficiales.
Las
conocidas resoluciones fueron el establecimiento del escudo nacional, la
composición del himno, la libertad de vientres de las esclavas, la
eliminación de los mayorazgos y los títulos de nobleza, el no pago de
los tributos de parte de los pueblos originarios, la acuñación de la
primera moneda nacional –esa que subsiste en la moneda de un peso en la
vida cotidiana los argentinos del tercer milenio-, la abolición de la
inquisición y la tortura, la finalización del tráfico de esclavos y la
constitución de un directorio en reemplazo del triunvirato.
Cuando
la Argentina recuerde a finales de enero de 2013 el bicentenario de
aquella asamblea que decretó el fin de la esclavitud, el cuerpo de
Marita Verón marcará la necesidad de retomar en serio esos mandatos.
Según
la Fundación La Alameda hoy existen en la geografía nacional nada menos
que 8 mil prostíbulos y casi 65 mil esclavas sexuales, la mayoría de
ellas menores de dieciocho años.
Una realidad que solamente es
posible por la convivencia entre mafias provinciales y nacionales que
tienen acuerdos históricos con distintos nichos estatales que permiten
la vigencia de esas cajas negras, su reciclaje y la permanente burla a
los ideales planteados en la asamblea originaria.
Redes de
traficantes que facturan y acumulan dinero para delincuentes de guante
blanco en cada punto del mapa enorme de la Argentina.
Doscientos
años después de la asamblea del año 13, el caso de Marita Verón y el
destino de por lo menos 65 mil argentinas esclavizadas ponen de
manifiesto la urgencia existencial de generar nuevas asambleas que
alumbren, de una buena vez, una nueva y gloriosa nación sobre la faz de
la Tierra.
Fuentes de datos: Diarios de la semana del 11 al 16 de diciembre de 2012.
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