Deepa nació hace 57 años en Amritsar, al norte de la
India. Es licenciada en Filosofía, directora y guionista de cine, actualmente
vive en Canadá y su película “Agua” fue nominada al Oscar a la mejor
película de habla no inglesaa. Su particular mirada de la realidad
social se encuentra entre las más comprometidas del nuevo cine indio, lo que
le ha costado el rechazo y el boicot de grupos religiosos fundamentalistas
hindúes que no le perdonan la osadía de mostrar el amor entre mujeres (Fuego)
o de denunciar cómo, en nombre de las tradiciones, se somete y encierra a las
viudas (Agua).
Su última película “Agua”, ambientada en la
India en 1938, nos relata la historia de una niña viuda de 8 años. A través
de sus vivencias nos cuenta cómo por el dictado de la religión se recluye a
las viudas hindúes en “ashram” (lóbregos gineceos) donde habrán de mendigar e
incluso prostituirse para sobrevivir. En la actualidad hay 34 millones de
viudas en la India, de las cuales 11 millones permanecen viviendo en ashrams,
en medio de una miseria absoluta. Este hermoso film, que producto del boicot
tardó más de 4 años en ser concluido, pone en evidencia las rígidas
tradiciones que convierten a las mujeres en prisioneras en vida sólo por el
hecho de no tener marido. En él la cineasta realiza un valiente alegato
contra el sistema patriarcal y el fundamentalismo religioso hindú.
Con Agua- la religión- Deepa Metha cierra su trilogía, que inició
con Fuego (1996) – la sexualidad- y que continuó con Tierra (1998) –la
guerra-. En esta película, nos vuelve a demostrar su compromiso como cineasta
y mujer con la denuncia de las desigualdades de clase y de género. A
propósito del estreno de “Agua” en España, tuve la oportunidad de charlar con
esta interesante mujer una noche de la tardor barcelonina.
Según las creencias hindúes, cuando una mujer se casa, se convierte en la
mitad del hombre. Por lo tanto, si él muere se considera que la mitad de la
esposa ha muerto. Los libros sagrados dicen que una viuda tiene 3 opciones:
casarse con el hermano más joven de su marido, arder con su marido o llevar
una vida de total abnegación.
¿Qué te motiva a contar historias de mujeres en tus películas?
Ante todo me motiva el hecho de ser mujer. Pero no es sólo eso, mi motivación
va más allá, me molesta mucho el tema de las diferencias de clase, me molesta
mucho el tema de la desigualdad de género, me molesta mucho el hecho de que
en igualdad de trabajo haya diferentes salarios. Toda injusticia me rebela y
me pone en marcha.
¿Por qué escogiste la historia de una niña viuda, para escribir el
guión de Agua?
Hace 10 años a orillas del Ganges, vi a una viuda anciana con el cabello
rapado que iba de un lado a otro en cuatro patas buscando algo en el suelo en
medio de una multitud de peregrinos –había perdido sus gafas-. Nadie le hacía
caso, ni siquiera cuando se sentó y empezó a llorar. Esto me chocó, porque
soy hindú pero vengo de una clase –no de una casta- donde las viudas lo
tenían menos difícil. Mi abuela era viuda pero era la matriarca y quien
gobernaba la casa. Por eso, cuando me topé con esta imagen de la viuda típica
y tópica, como hindú sentí mucha indignación y mucha ira porque considero que
ningún ser humano tiene derecho de hacer que otro ser humano sea tratado
indignamente. En una sociedad patriarcal como la hindú, el eslabón más
débil de la cadena es la mujer. Pero la ira me vino, más bien, porque que
considero que ningún ser humano tiene derecho a ser tratado con indignidad
La situación de las mujeres viudas ¿es igual en todas las castas?
Es mucho peor en las castas altas. Pero creo que no se trata de un tema tanto
de castas como de clases, las clases altas son muy estrictas. En todo el
mundo las clases más altas y las más bajas son las más estrictas. A nadie le
importa tanto las clases que están entremedio, la moralidad no es tan
importante para las clases intermedias.
En la película, Chuya (la niña viuda) pregunta: ¿Dónde está el ashram
de los hombres? ¿Crees que la sociedad Hindú actual se está haciendo esta
pregunta? ¿Se está cuestionando las desigualdades de género?
India es un país de mil millones de habitantes, de los cuales sólo el 55%
recibe educación, entonces el tema principal es la falta de educación. Si
hablamos de esta clase en concreto, la pregunta es extraordinariamente
pertinente, pero no tanto la pregunta en sí, sino la metáfora respecto a la desigualdad
entre hombres y mujeres. Pero hay que decir una cosa que quizá es muy difícil
entender desde fuera: India es probablemente el país donde el activismo de
las mujeres es más fuerte.
¿Crees que tu película puede sensibilizar sobre el destino de las
mujeres viudas en la India?
Recuerdo que cuando estrené Fuego me preguntaron: ¿tú crees que esto va a
aportar algo respecto de la situación de las lesbianas?” y yo no dije que sí,
porque decir que sí es un poco arrogante, dije “no lo sé, pero espero que sea
así” y algún granito aporté. En esta película, yo sigo diciendo no lo
sé… pero la esperanza es que sí.
También quiero contar que no se trata sólo de un tema de pobreza, porque la
pobreza puede tener solución algún día, es un tema mucho más fuerte, es una
concepción muy equivocada de la religión. No se trata sólo de que los padres
manden a las hijas a casarse, sino que es una tradición que está muy
arraigada en las mujeres. Son las propias mujeres las que siguen a estas
costumbres porque creen que si no lo hicieran traicionarían los textos
sagrados, renegarían de su religión, es una lectura muy ultra de la religión,
donde las mismas mujeres como Shakuntala en la película piensan que haciendo
esto serán mucho mejores personas. Hay que hacer un trabajo muy fuerte a
nivel de base, hay que intentar convencerlas de que no se encierren, de
que no se den como por perdidas de cara a la vida siguiente, no por eso van a
ser peores mujeres ¿no?
¿Qué piensas del auge del fundamentalismo religioso?
Todos los fundamentalismos movilizan a la gente en nombre de la religión.
Esto es muy peligroso, está pasando en el catolicismo europeo, en el
cristianismo de los EEUU. Creo que lo primero que hay que hacer es luchar
contra esto. El fundamentalismo está intentando reescribir la historia en
nombre de la religión y esto es algo que me produce mucho miedo, esto nos
rompe mucho la perspectiva de de dónde venimos y hacia donde vamos, es
horrible y da mucho miedo.
Cuando comenzaste a rodar la película en India, se desataron violentas
protestas de los fundamentalistas, destruyeron los decorados, quemaron
imágenes tuyas, finalmente tuviste que ir a rodar Agua a Sri Lanka ¿Cómo
viviste los obstáculos para el desarrollo de tu película?
Hay un dicho inglés que dice “lo que no te mata te hace más fuerte”. Esto
lo digo ahora con retrospectiva, pero en el momento lo pasé muy mal. Primero
reaccioné con mucha ira y me sentí muy mal, pero me di cuenta de que no eran
mi gente, ningún extremista tiene nada que ver conmigo. A partir de ahí crecí,
no me he sentido amargada pero si me sentí muy traicionada. Ahora lo veo como
un acto de crecimiento, pero en el momento lo pasé fatal. Me di cuenta de que
Agua reflejaba lo que ocurría en la India, el ascenso del fundamentalismo
hindú y de la intolerancia hacia cualquier cosa, por lo tanto éramos el
blanco perfecto.
¿Qué crees que podemos hacer las mujeres en el resto del mundo, para
colaborar con la situación de las viudas en la India?
Esta pregunta me la hacen mucho, en USA, en Canadá. Después de pensarlo,
creo que lo primero que tenéis que hacer es mirar vuestra propia
realidad, porque estoy segura que en Barcelona, como en Canadá, la situación
de algunas mujeres es terrible. Creo que las mujeres de la India son las que
tienen que erradicar este problema con el tiempo, algunas están muy activas
en ello. Si queremos hacer un mundo mejor, tenemos que empezar desde aquí,
cada uno tiene que actuar desde su propia realidad.
Barcelona, 2006
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